Prueba
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1.- Centralidad de Jesús y su Mansaje
2.- Con una metodología inductiva
3.- Superando los contenidos moralizantes
4.- Sin detenerse en lo meramente doctrinal
5.- En diálogo con el mundo de mano con el laicado.
El
día 11 del próximo mes de octubre es la fecha señalada para que en
todos los países del mundo se inicie un dinámico proceso misionero que
ha tomado el nombre de “La Nueva Evangelización”.
Con
relación a los contenidos doctrinales así como en relación a la
metodología evangelizadora se dan distintas propuestas,. Dada la
transcendencia que, sin duda, ha de tener este gran proyecto
evangelizador exponemos algunas ideas, tanto en relación a los
contenidos, como en el tema de la metodología.
1.- Centralidad de Jesús y su Mensaje
Lo
más importante es, sin lugar a dudas, un encuentro personal con el
Jesús histórico, con el Jesús del Evangelio.” Debe ser, nos dice el
Doc de Aparecida, : un encuentro personal con Jesucristo, una
experiencia religiosa profunda e intensa, un anuncio kerigmático y el
testimonio personal de los evangelizadores, que lleve a una conversión y
a un cambio integral de vida” (D.A. 226).
Para lograrlo es necesario poner a Cristo en el centro de nuestra vida y en el centro del proyecto evangelizador:
* tiene que estar más presente Jesús que la Ley,
* tiene que haber más mensaje evangélico que moralismos;
* tiene que estar más presente el concepto del Reino que la Iglesia - institución;
* tiene que haber más adhesión a “Alguien” (la persona de Jesús) que a “algo” (la doctrina).
“Ser
verdadero discípulo de Cristo es nuestro idea y, nuestro programa de
vida. Conocer a Cristo es nuestro gozo, seguirle es una gracia y
transmitir ese tesoro a los demás es el encargo de quien nos ha
llamado y elegido” (D.A. n 29)“.
Es necesario, en el momento actual pasar:
- de una Iglesia a la defensiva, a una Iglesia propositiva;
- de una Iglesia clerical, a una Iglesia más laical
- de una Iglesia pasiva, a una Iglesia misionera;
- de una Iglesia sacramentalista, a una Iglesia proclamadora del kerigma;
- de una Iglesia recelosa frente a la post-modernidad, a una Iglesia transformadora de esa misma realidad.
2-. Con la metodología inductiva
Para lograr los objetivos propuesto s es muy conveniente recurrir al “método inductivo”, denominado popularmente: Ver - Juzgar - Actuar.
Este método implica...
Percibir a Dios presente en la historia de los pueblos y en la vida de cada persona.
El Documento de Aparecida nos dice que:
“ en nuestra Iglesia debemos ofrecer a todos nueros fieles
un
encuentro personal con Jesucristo, una experiencia religiosa profunda e
intensa, un anuncio kerigmático y el testimonio personal de los
evangelizadores, que lleve a una conversión y a un cambio integral de
la vida (D.A. n 226).
Debemos, por lo tanto, en el momento actual, pasar:
- de una Iglesia a la defensiva, a un Iglesia propositiva;
- de una Iglesia clerical, a una Iglesia más laical;
- de una Iglesia pasiva, a una Iglesia misionera;
- de una Iglesia sacramentalista, a una Iglesia proclamadora del kerigma;
- de una Iglesia recelosa frente a la post-modernidad, a una Iglesia transformadora de esa misma realidad.
Para lograrlo hay que poner a Cristo en el centro del nuestra vida y en el centro de nuestra evangelización:
- tiene que estar más presente Jesús que la Ley;
- tiene que haber más mensaje evangélico que moralismos;
- debe estar más presente el concepto del “ Reino” que el de Iglesia-.institución;
- tiene que haber más adhesión “ Alguien” (la persona de Jesús) que no a “algo” (doctrina).
- Y añade Aparecida:
- Ser verdadero discípulo de Cristo es nuestro ideal, nuestro programa de vida, conocer a Él es nuestro gozo, seguirle es una gracia y transmitir ese tesoro a los demás es el encargoo de quien nos ha llamado y elegido” (D.A. n 29).
- Para lograrlo conviene recurrir al “método inductivo“, denominado popularmente: “Ver. Juzgar. Actuar”.
- Este método implica:
*Percibir a Dios presente en la historia y en la vida de cada
persona.
*Iluminar esa misma realidad con la Palabra de Dios.
*Fortalecer nuestra decisión con la oración y la recepción de la
Eucaristía.
*Para lograr una transformación personal y social implantando
los valores del Reino en nuestra sociedad.
Esta metodología debe adaptarse a la cultura y a los condicionamientos de nuestra sociedad en continuos cambios.
Debemos tener presente en nuestro compromiso evangelizador que en la época actual:
* se privilegia más lo afectivo que lo racionaL,
* lo concreto más que lo abstracto,
* lo personal más que lo general.
3.- Superando la actitud moralizadora
El centro de una auténtica evangelización no está en mensajes moralizantes que insisten, sobre todo, en normas de conducta.
La moral es importante pero, si no está orientada por los valores del Evangelio se puede convertir en una “moral de esclavos”.
Las
personas en las que predomina esa mentalidad se guían, por los
estímulos del “premio o castigo” o por miedo a las sanciones y a las
críticas y no por criterios de una conciencia bien formada.
Cuando
la predicación y la catequesis ponen el acento en la moral,
generalmente se la percibe como deberes o cargas negativas.
Jesús es muy libre ente la Ley Mosáica que regía la vida religiosa y social de su pueblo. Muchas veces la quebranta abiertamente, sobre todo cuando ve que esa misma Ley no está a favor de las personas.
La Ley del descanso sabático era muy estricta y se la cumplía fielmente en el pueblo de Israel.
Sin embargo, vemos que Jesús realiza algunos actos que violaban esa
misma Ley: cura a los enfermos y paralíticos en sábado, cosa que
estaba prohibida. Después de curar milagrosamente a un paralítico le
dice “Toma tu camilla y vete a tu casa.”: una grave violación de la
Ley.
Ante
las críticas de los fariseos, Jesús la justifica con un principio que
rige su conducta y que tendría que regir también nuestros comportamientos: “No es el hombre ( la persona) para la Ley, sino la Ley para la persona” (Jn.8, 1-12)
La
libertad de Jesús frente a Ley la podemos ver también en el caso de
la mujer sorprendida en adulterio. Jesús no duda de que los fariseos
que acusaban a la mujer tenían evidencia del adulterio. También sabe que
la Ley Mosáica exigía que la adúltera fuera apedreada. Sin embargo,
se vuelve hacia la mujer que está postrada en el suelo y le dice : ”Yo no te condeno. Vete en paz”.
No
obstante, está muy presente en nuestro ambiente religioso una
predicación de tipo moralizante, basada en las exigencias de los
Mandamientos, del Derecho Canónigo, del Catecismo Universal y de las
estrictas normas litúrgicas.
4.- La obsesión por lo dogmático
Predomina
en la evangelización muchas veces de la idea de que la adhesión a
Jesús tiene que partir de los contenidos dogmáticos de nuestra fe.
La
Iglesia es “Madre y Maestra” pero predomina lo de “Maestra” sobre las
actitudes maternales. La cabeza se impone al corazón y se insiste más
en el conocimiento que en una adhesión personal afectiva.
“Hay
que reconocer, nos dice Aparecida, que no se empieza a ser cristiano
por una decisión ética, o por un gran ideal personal, sino por el
encuentro con un acontecimiento, con una Persona que se llama Jesucristo
(D.A. n 12).
Cristo es el centro de nuestra fe y debe ser el centro de la nueva evangelización.
El cocimiento de Cristo debe ser, ante todo experimental. Tiene que nacer más del corazón que de la inteligencia.
El
camino para acercarse a Jesús no es la doctrina, ni la aceptación de
algunos principios o dogmas. Es admiración y profunda amistad y
adhesión a la Persona de Cristo.
Las
primeras comunidades cristianas así lo entendieron y muchos llegaron a
dar su vida por ese gran Ideal antes cuando aún no se había
clarificado en muchos puntos la doctrina.
Sin
embargo vemos que actualmente lo que más preocupa a las autoridades
de la Iglesia es la doctrina, la fidelidad a las normas.
Esa
preocupación nace de una idea muy presente, no solamente en la
Curia Vaticana y en las Nunciaturas sino también en otros muchos
Obispos.
Creen
que la decadencia actual de la Iglesia se debe al debilitamiento
doctrinal sin advertir que la causa principal está en una falta de
adecuación de la acción pastoral a unos cambios muy profundos y muy
rápidos que se dan en el mundo actual y a los cuales la Iglesia no ha
sabido adaptarse.
Esa
preocupación por lo doctrinal y por las normas establecidas lo
vemos en las numerosas advertencias y condenas de numerosos teólogos
católicos . Da la impresión de que el báculo, símbolo del pastoreo,
se ha convertido en el “bastón del mando”.
Los
temas sobre los cuales se ejerce el control de la autoridad eclesial
están relacionados sobre todo con la sexualidad: matrimonios entre
personas del mismo sexo, homosexualidad, lesbianismo, control de
natalidad, madres de alquiler, abortos, divorcios ,prohibición de
recibir la comunión para los divorciados, etc. Son temas sobre los
cuales es necesario formar la conciencia pero no deben ser lo
predominante en nuestra labor pastoral.
La tortícolis episcopal
El
Cardenal Tarancón, excelente arzobispo de Madrid, que tanto colaboró
para el tránsito de la España franquista a la democracia actual, tenía
un gran sentido de humor y solía decir: “Muchos Obispos españoles
tienen un problema físico que les limita en su acción pastoral : de
tanto mirar a Roma padecen de tortícolis lo que les impide orientar
su pastoral hacia los problemas reales”
Recuerdo
que el Cardenal Eduardo Pironio llegó a Cochabamba años atrás. Era
el Cardenal responsable del los movimientos laicales.
Terminados
los distintos actos se fue por sus propios medios al aeropuerto. Yo
tenía que viajar y cuando entré en la sala del aeropuerto me llevé
una grata sorpresa: en la fila , esperando ser atendido entre el
numeroso público y vestido muy sencillamente como un normal
caballero, me pareció reconocer al Cardenal Pironio. Me acerqué a él y
le dije:
¿“Ud.
no es el Cardenal Pironio…?”. Me tendió la mano para saludarme
mientras, con una franca sonrisa en sus labios, me decía:
” Bueno…,Eduardo Pironio”…
Entonces
me animé a decirle: “Me admira y me gusta verle así, humildemente,
mezclado entre la gente, sin buscar honores o privilegios.”
Él me respondió: “La púrpura cardenalicia no compagina muy bien con los valores del evangelio”…..
Hace unos meses se hs introducido en Roma su causa de beatificación.
5.- En diálogo con el mundo de mano con el laicado
Dios ama al mundo y ama al mundo post-moderno en el nos toca vivir.
“Tanto
amó Dios al mundo que envió a su Hijo Ünico para que todo el que crea
en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no mandó a su
Hijo a este mundo para condenar al mundo sino para salvarlo” (Jn. 3,16).
El
ámbito propio de la actividad evangelizadora es el mismo mundo vasto
y complejo de la cultura, de la política, de la economía, de las
ciencias, de las artes, de la vida nacional e internacional, de los
medios de comunicación, de la familia, de la educación, del trabajo de
la salud (D.A.).
Los
laicos están incorporados a Cristo por el Bautismo y forman el
pueblo de Dios. Participan de la funciones de Cristo Sacerdote, Profeta y
Rey y realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo
cristiano en la Iglesia y en el mundo.
Según la hermosa definición que encontramos en el Doc. de Aparecida, ellos y ellas son:
Hombres y mujeres de la Iglesia en el corazón del mundo y hombres y mujeres del mundo en el corazón de la Iglesia. (D.A n. 209)
El
Concilio Vat.II fue muy explícito al insistir en que en la Iglesia no
hay (no debe haber) ningún tipo de desigualdad y lo expresa así:
“ Por
lo tanto, el pueblo de Dios por Él elegido, es uno: un solo Señor, una
fe, un bautismo. Es común la dignidad de los miembros: común la gracia
de la filiación¸ común la llamada a la perfección. Una sola salvación,
única la esperanza e indivisa la caridad. No hay, por consiguiente, en
la Iglesia ninguna desigualdad”. (L.G. n.32)
Este
ideal de comunión fraterna se basa en que la dignidad principal del
cristiano que le confiere el Sacramento del Bautismo. Es este
Sacramento es el que otorga a todos los cristianos la máxima
dignidad de ser hijos de Dios.
Sin
embargo, debemos reconocer con humildad y con total franqueza que
todavía en la Iglesia existe una mentalidad y unas prácticas negativas
de autoritarismo y de verticalismo en muchos de nuestros Obispos y
Sacerdotes.
El
ámbito propio de la actividad evangelizadora es el mundo y los
laicos/as están llamados a participar en la acción pastoral de la
Iglesia con pleno derecho.
Hay
que abrirles espacios de participación y confiarles ministerios y
responsabilidades. El verdadero sentido de la evangelización no está en
que unos enseñan y otros aprenden, en que unos transmiten el Mensaje
salvador y otros lo reciben….. En realidad, todos somos, de algún
modo, evangelizadores y evangelizados.
La
Nueva Evangelización no podrá tener gran impacto sin la colaboración
eficaz de laicos y laicas. Todos somos misioneros y son ellos quienes
deberían asumir la parte más activa y creativa en la elaboración y en
la ejecución de este gran desafío pastoral.
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