Prueba

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La actitud misionera de los agentes de pastoral encontrará una expresión muy adecuada en el visiteo domiciliario, cuya finalidad es ir al encuentro de los hermanos y hermanas, encontrarse con ellos en donde viven y realizan sus actividades.

Esta actividad posee una variedad de riquezas evangelizadoras para aprovecharse siempre y cuando, ayudado por la gracia, el agente de pastoral la lleve a cabo de manera adecuada. En efecto, puede:

- ser una oportunidad de iniciar o favorecer el diálogo entre hermanos y hermanas,

- llevar un mensaje de primer anuncio, brevemente estructurado en un tríptico que pueda dejarse a cada una de las familias visitadas;

- dar información sobre los servicios que ofrece y promueve la parroquia;

- detectar algunas necesidades en las familias visitadas, a quienes posteriormente se les puede llevar algún auxilio, p. e., los enfermos,

- invitar a las personas que se visiten a participar en los grupos de reiniciación cristiana o de catequesis kerigmática;

- descubrir algunos feligreses que pudieran ser invitados a formar parte de los grupos apostólicos;

- “Los misioneros visitarán a todos los habitantes de la población sin distinción. Los misioneros lo harán con gran modestia, afabilidad y consideración. Antes de comenzar la visita, los misioneros acudirán ante el Santísimo Sacramento a encomendar a Nuestro Señor esta importante acción que puede influir grandemente en el éxito de la misión.”


Nota: Siempre será muy importante que el Equipo Misionero Parroquial, coordinador nato del visiteo, tenga claros los objetivos de cada caso y que, mediante un plan, tenga previstos y preparados los pasos siguientes.

Jesús nos dice: “Al entrar en cualquier casa, bendíganla antes diciendo: La paz sea en esta casa.” Lc 10,5
“Miren que los envío como ovejas en medio de lobos: sean, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como la paloma” Mt 10,16
“Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.” Mt 28,19

Durante la misión, se privilegia el encuentro de los misioneros con la gente en la calle y en la casa. La visita a las familias es el trabajo más arduo y más duro de los misioneros.
De esta forma es Cristo quien sale al encuentro del ser humano y se acerca a cada uno a escucharle y a invitarle.

Para una gran parte de la gente, la visita representa la única ocasión para encontrarse con la misión. Es un momento privilegiado en el que nos podemos encontrar con los ausentes, los indiferentes, los no practicantes, los alejados.
Es lo que nuestro Fundador escribía en su diario:
“Estas visitas no son agradables, pero son muy importantes porque acercan más a los misioneros a las personas que vienen a evangelizar.
Con verdadera amabilidad desplegarán una caridad que es todo para todos, ganando por este amor humilde los corazones de los más indiferentes.
Así, los misioneros serán capaces de entusiasmar e impulsar a la gente, y de hacer frente a alguna resistencia; y a medida que avanzan en estas visitas, a menudo descubren y comienzan a remediar desórdenes que muchas veces escapaban la atención incluso de un párroco celoso.” (Leflón, vol. 2, pág. 91).

El encuentro de Cristo y de la comunidad con cada persona manifiesta:
- La respuesta a los deseos reales de la persona y de la familia.
- El antídoto a la soledad, el anonimato y la fragmentación.
- El abrazo incondicional del Padre que nos ama y sana nuestras heridas.
- Esperanza de una nueva vida más plena.

En la visita no es inusual oír decir: “por fin la Iglesia llama a mi puerta, entra en mi casa, se preocupa de mi, viene a buscarme y me trae el Evangelio- a Jesús”.


Testimonios:

“El fin de semana participé de la misión de Colón con P. Mingo y otros padres y misioneros laicos. Hicimos visitas a las familias sábado y domingo y hoy regresé porque tengo que trabajar.
Fue lindo, más de 50 misioneros recorriendo un barrio que no abrió mucho sus puertas, pero ésto creo que nos ha hecho reafirmar nuestro ser misionero y ver las necesidades actuales que tienen que ver con la indiferencia, con el aislarse, con el miedo, la desconfianza. Encontramos muchas rejas, candados, y perros muy guardianes. Ancianos solos, personas encerradas, y éste fue el desafío más grande: llegar y encontrarnos con el otro.” Laura

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